Ahora que tú me amas con la intensidad exacta, entiendo de dónde vengo: De una narcisa que me respondía "es lo más bonito que me han dicho nunca" a un buenos días elaborado. Que, como narcisa, me preguntaba insegura cada tarde si aún la quería. Que mentía, mentía a sus padres, a sus amigas, a sus compañeros de trabajo, a mí. Pero sobre todo, se mentía a sí misma, esperando obtener un interés por cada palabra entregada, y una vez alcanzada la altura, tirarme sin paracaídas. Sus reacciones pasivo-agresivas eran siempre broma, y no admitía ninguna crítica. Ahora entiendes porque cada vez que te abrazo, cada palabra que tus labios pronuncian me produce miedo. Por qué siento escalofríos cuando me dices te quiero. Por qué te abrazo contra mí pecho y me siento tranquilo. Por qué tú añoranza me produce ternura, no tristeza. No verte un día es echarte de menos, no sentir una angustia que me impide respirar. Así debería haber sido siempre, amar en sosiego.
Así debería ser siempre.
ResponderEliminarCorrecto Joaquín.
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