Hace un año no tenía ganas de vivir. Una persona me causó tanto dolor, me hizo sentir tanta traición y mentira que parecía no existir espacio para nada más. No odié, porque no soy yo, porque sé que el karma se encarga de todo a su tiempo, así me lo ha demostrado la vida. Este año, con tu llegada descubrí que no habría tristeza que no pudiera superar tu mirada, que tú sonrisa me da energía para vivir cien años más, que todo lo anteriormente vivido parece un sueño sin importancia, situaciones nimias. Viniste tú y se fue tu abuela, porque el karma alcanza a todos los que no aprecian lo maravillosa que es la vida, los que no aprecian cada aliento, cada sonrisa de un niño, cada rayo de Sol, cada bocado exquisito. Es implacable. ¿Cómo existen personas que no son capaces de apreciar el verde de los árboles, los amaneceres, la belleza del silencio? Hace un año era otra persona, y gracias a ti soy otra. Anoche soñé que me abrazabas. Estábamos en casa, tú eras más alto que yo y me consolabas por alguna razón,
con esa voz ronca y fuerte que has heredado de nuestros genes vascos me decías "tranquilo Papá" y yo no encontraba consuelo. Te preguntaba si recordabas el Loa Loa, y me decías que se la cantabas a tu hijo. Me desperté y tú seguías durmiendo con los ojos entreabiertos, así que comencé a cantarte en voz baja, para asegurar tu descanso.
No tendrías ganas de vivir pero la vida sí tenía ganas de ti, eso es evidente. Has hecho del mundo un lugar mejor. Un abrazo amigo
ResponderEliminarGracias Joaquín. Para hacer del mundo un lugar mejor estáis los abogados, jajaja
EliminarSiempre aparece alguien que nos devuelve las ganas de vivir.
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