Desde muy niño supe que la mente era algo muy poderoso, que las filias y las fobias habitan en nuestro interior, que la consciencia es subjetiva. Lo que vemos y sentimos realmente no existe como lo vemos. En Princeton repartieron 80 aparatos generadores de números aleatorios a personas por todo el mundo. La consciencia de una sola persona pensando intensamente fue capaz de modificar todos los aparatos individuales. Hay estudios que demuestran que la mente puede actuar a distancia, que cuando decimos que pensamos con el corazón, tiene algo de verdad, porque este órgano tiene miles de neuronas y conexiones. Allí se almacenan los recuerdos, y al transplantar un corazón los recuerdos son los de otra persona. Así que sé que cuando piensas en mí, habitas en mí psique, cuando no puedo dormir, eres tú que me echas de menos, como tu almohada en una película romántica, soñando conversaciones. Quizás el amor que sentimos no sea sino la consciencia de uno actuando sobre el otro, a distancia cuando estamos lejos, por eso juntamos nuestras cabecitas cuando estamos cerca. Quizás sea el amor se consciencia y la consciencia, amor. Quizás la humanidad necesite, cada vez más, de ambas.
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