Basilea tiene tres salidas en su aeropuerto. Una para Francia, otra para Alemania y otra para la propia Suiza, que es más pequeña que las dos anteriores. En realidad el terreno pertenece a Mulhouse, una ciudad francesa que perteneció a Alemania y da servicio a esta ciudad, a la misma Basilea y a Friburgo. La curiosidad es que por la ciudad suiza se escucha hablar español, y no sólo de cuando el Franco Suizo valía catorce pesetas. Había gente que decía que allí se podía trabajar con el inglés, pero se encontraban tremendamente equivocados. Lo que sucede es que allí se habla el dialecto suizo, que resulta ininteligible para los germanoparlantes, provocando a los foráneos que siempre pedimos que repitan la frase en Alto Alemán (alemán neutro) y que terminemos hablando en inglés para evitar favoritismos. Los suizos probablemente sean las personas más prácticas en este sentido del mundo, utilizando el inglés hasta en el parlamento. Un compañero de entonces estaba convencido de este último punto al extremo de llevar dos décadas trabajando para una empresa Suizo Alemana tan sólo con el inglés como lengua de trabajo. La época en la que nos mandaban al país helvético de lunes a jueves coincidió con su ascenso, que asombró a propios y extraños. No lo celebró ni se alegro por ello: Era una persona de poca expresividad y alma un tanto retorcida. En las reuniones en alemán no se enteraba de nada, así que le enseñé varias frases que alternar para aparentar lo contrario:
"Ja, Ja" (Sí sí)
"Aber natürlich!/Aber ja" (por supuesto/ pues claro)
"Diese Idee gefällt uns nicht, sie reicht nicht aus" (esa idea no nos gusta, es insuficiente)
"So ist es" (así es)
"Ich weiss es nicht. Ich werde meinen Kollegen fragen" (NPI, se lo voy a preguntar al compañero) Esta última era muy útil cuando le preguntaban algo (Los sajones adoran cuando alguien reconoce que no sabe nada de algo. Les da gustirrinín)
Con dichas expresiones básicas estuvo un año entero sin que se enteraran que el hombre sólo sabía inglés. (Igualmente luego mandaban un resumen de la reunión por correo electrónico en varios idiomas, que el leía avidamente, y nunca sucedía nada interesante)
Todo se descubrió el día que una compañera le roneó (algo muy habitual para las féminas en esas latitudes) preguntándole si podían verse después para cenar. El respondió que lo iba a consultar con su compañero (o sea, conmigo) lo cual produjo una confusión enorme. La suiza -una rubia de metro ochenta- que estaba deseando preguntarle porque llevaba un colgante con una figura en el cuello y por qué tenía nombre de mujer (Jose María) si era un hombre se quedó con las ganas y se lo tomó como un rechazo. Igualmente explicarle a una calvinista lo que es la Santina y que Asturias era España y el resto tierra conquistada iba más allá de sus conocimientos lingüisticos. Durante varios días pensaron que el y yo eramos algo más que compañeros. Y no entendí por qué hasta que me explicaron lo sucedido. Les aclaré mi heterosexualidad y que esas cosas en España no se suelen hacer, donde tengas la olla..Que tenemos otros lugares de esparcimiento, conocimiento y roneo en general. Rápidamente alguien convocó una reunión para pedirnos disculpas y mi compañero respondió con otra frase aprendida "que era insuficiente", por lo que avergonzados nos ofrecieron una cena en un restaurante caro al lado del río donde degustar la para ellos deliciosa (sic transit) cocina suiza, básicamente carne con champiñones en salsa, a la que se unieron varios españoles que comimos entre risas y ruido, asustando a los otros comensales, incluido un señor que nos pusieron en la silla que quedó libre de la mesa de ocho y que sólo había pedido una triste sopa. Sic transit.