domingo, 5 de octubre de 2025

Burgo de Osma

La calle principal de Burgo de Osma tiene forma de Ele. Empedrada y peatonal, da primero la bienvenida al visitante por el arco de su muralla, para dar paso a los soportales que quedan a la izquierda de la Catedral. Es para mi de las Catedrales románicas más bellas del mundo, difícil de superar en una población de cinco mil almas y que en el medievo llego a tener cincuenta mil. Estaba pensando esto mientras me cepillaba los dientes, que los dentistas recomiendan se haga tres veces al día, pero que yo no conozco a nadie que lo haga más de dos. Si de por sí es difícil cepillarse a una maroma tres veces en un día - incluyendo pausas sindicales y periodo refractario- siendo este acto algo que da, digamos, mucho gustirrinín, para que iba alguien hacer algo tan aburrido -sea sano o no- tres veces al día. Para apoyar mi tesis hay nutricionistas que recomiendan comer cinco veces al día, y ahí nadie se queja. Los jardines de la entrada, pegados a la muralla, son perfectos para un picnic romántico siempre que la meteorología soriana no haga de las suyas. Hacían de defensa la ciudad y cuando yo era pequeño tenían ciervos que alimentábamos, seguramente con lo que no debíamos. Ya no hay ciervos, el ayuntamiento lo quitó cuando hicieron la autopista. Antes, cuando íbamos al frescor y las playas del norte, la ciudad era un lugar casi obligatorio para degustar todo tipo de recetas micológicas. ahora el Restaurante Palafox es menos conocido pero no menos exquisito, dependiendo principalmente de los clientes del hotel, antigua Universidad de Santa Catalina, donde estudió Gaspar Melchor de Jovellanos, el que hizo la carretera León-Gijón y no se llevo ninguna comisión  (Quizás porque ya era rico cuando accedió al cargo institucional, conociendo España si el no se la llevó quizás fue Godoy) fue un gran jurista que amaba Madrid como lo amamos muchos, incluido Javier Marías que se pillo el despacho al lado de donde el escribía varios siglos antes, frente a la casa de la villa, y a todos los ciudadanos nos daba la sensación que velaba por nuestras almas cuando veíamos la luz encendida en su ventana (escribía de noche) sobre todo cuando volvíamos de recogida, haciéndonos preguntas de madrugada que nadie sabía responder, de esos grandes profesores filósofos frustrados de la Universidad que se convertían en Profesores de cualquier asignatura de Cálculo Infinitesimal o Matemáticas Aplicadas (nunca nos dijeron a que las aplicaban) del tipo ¿Sí se cae un árbol en medio del bosque hace algún ruido? Para luego hablarnos del amor entre funciones. ¿Por qué no se nos enseña a gestionar emociones en el colegio, en vez de estas tonterías? Espero la misma respuesta a esta pregunta que a la del árbol.